Algunas cosas llegan cuando menos las queremos, incluso cuando las ahuyentamos parecen acercarnos a nosotros como moscas. Tú te apareciste cuando menos lo esperé, fueron unos segundos en la vida, corto en tiempo, pero grande en impacto. No sólo por la forma brusca de adentrarte en mi vida, sino por la forma violenta en la que te exiliaste de la misma. No recordaba cuándo fue la última vez que me había dolido entender algo que nunca tuvo explicación lógica. Terminar una relación que nunca lo fue, desapegarme de alguien que nunca amé. Lavar las palabras dichas y guardar las sonrisas para luego. Jugamos tantas veces ese juego estúpido de tomarnos y dejarnos que al final acabamos envejeciendo juntos como veinte años y nos echamos en cara cosas que sólo se dicen rompiendo las paredes con los puños cerrados. Todo eso lo hicimos en un abrir y cerrar de ojos. Fue terrible y al mismo tiempo fue hermoso, como si ya conociéramos toda la historia y la hubiésemos compactado en cinco días ...
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