Algunas cosas llegan cuando menos las queremos, incluso cuando las ahuyentamos parecen acercarnos a nosotros como moscas. Tú te apareciste cuando menos lo esperé, fueron unos segundos en la vida, corto en tiempo, pero grande en impacto. No sólo por la forma brusca de adentrarte en mi vida, sino por la forma violenta en la que te exiliaste de la misma. No recordaba cuándo fue la última vez que me había dolido entender algo que nunca tuvo explicación lógica. Terminar una relación que nunca lo fue, desapegarme de alguien que nunca amé. Lavar las palabras dichas y guardar las sonrisas para luego.
Jugamos tantas veces ese juego estúpido de tomarnos y dejarnos que al final acabamos envejeciendo juntos como veinte años y nos echamos en cara cosas que sólo se dicen rompiendo las paredes con los puños cerrados. Todo eso lo hicimos en un abrir y cerrar de ojos. Fue terrible y al mismo tiempo fue hermoso, como si ya conociéramos toda la historia y la hubiésemos compactado en cinco días de convivencia.
Nos metimos dentro muy dentro donde pocos llegan, ni en muchos años, ni intentando con todas sus fuerzas. Contigo sólo se dio, lograste entrar porque fue tan súbito que no me dio tiempo de poner todas las alertas posibles. De eso me di cuenta el día que dijiste esas palabras que retumban fuerte en mi mente y en mi alma. Palabras estúpidas y vacías pensé al principio, después permearon con fuerza y dolor, había olvidado el llorar hasta que se va el aliento por completo del cuerpo.
Por último quiero que sepas que no fue lo que me imputaste lo que me dolió. Sé lo que soy y sé lo que hago y por qué lo hago. Hace años que hice las paces con mi naturaleza por errática que ésta sea y no pretendo disculparme, ni dar explicaciones. Fue el desprecio que generé en ti y la volatilidad lo que me hizo sentir lo que sentí. Como si mi naturaleza fuese capaz por sí misma de generar una gran ola sin que yo pudiese detenerla. Aun cuando no busco herir a la gente, lo hago. Siembro algo fuerte y poderoso, que crece como enredadera. Maravilloso por la rapidez con la que ésta puede crecer no sólo en magia, sino en maldad.
A ti extraño, te dedico estas palabras. Recordando tu sonrisa que ilumina muchas tierras. Con tus ojos que ven más allá de lo que vemos todos, escondiéndote detrás de la cámara, sacándome una sonrisa con tu acento chueco.

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