NO
Recorre todo el cuerpo, corre por mi piel como la lluvia lo hace contra la ventana de tu cuarto, me levanto para verlo y ya se ha ido...como un suspiro. Lo busco, revuelvo las sábanas frías...no está. Tengo frío. Hoy da igual si son tus manos o las de un extraño. Veo mi reloj y me doy cuenta de cuánto odio verlo marcar el ritmo de mi vida. La gente tiene un reloj personal. El mío se paro demasiado tiempo y ahora parece ir más rápido que nunca, tu tiempo se ha detenido y el mío no cesa de correr...a destiempo otra vez. Recojo mi presencia de tus sábanas y mis esperanzas las he lanzado al basurero cuando salí. Me llevo la presencia, las risas, las caricias y tu mano contra la mía. Antes de irme algo me pega por la espalda y es la estúpida sensación de que olvido algo...que en algún lugar de tu casa he dejado algo que voy a extrañar, maldita sea...
Lo busco por todos lados...primero busco entre tu chamarra, entre las sábanas, debajo de la cama, entre tus fotografías, reviso tus palabras, escucho tus canciones, me da miedo...pero creo saber casi con certeza dónde fue que lo olvidé. Me niego a buscarlo, me doy la media vuelta y lo doy por perdido, hasta que recuerdo que me es tan vital que sin duda tendré que ir a buscarlo...eres una cobarde, me repito mientras abro la caja de pandora.
Saco un par de recuerdos y lo encuentro...sigue tan intacto como lo dejé...lo reviso para ver si tiene algún daño y parece estar bien. Lo bueno de hacerse viejo es que uno ya no tiene nada que perder, además de saberse el camino de regreso...cada vez con más paz y menos lágrimas. Me dispongo a irme no sin antes dejarte una frase en la pared. Cierro la puerta y camino hasta mi casa. Al irme sólo siento esa sensación que ahora resulta tan familiar.
No reparo en ella, me da tedio...curioso que tanto sea tan poco y tan poco esté tan sobrevalorado. Me empezaré a comprar la idea del mundo, tanta intensidad mata, tan poca también...maldito espíritu confundido. Mientras camino te canto una canción. Mañana la vida seguirá siendo igual.
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