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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Cazando

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Corre rápidamente por la piel, se desliza como escalofrío, pero es cálido. Se acelera el pulso, la respiración se agita. La piel se eriza, cada movimiento es lento, pero letal. Los ojos no miran, insinuan. Las manos buscan el punto estratégico, la adecuada colocación. Los labios se humedecen, se muerden. Las piernas se estremecen, se preparan. La espalda se endereza. Se ve a la presa y lo único que se sabe es que se le desea. Se acecha con el único propósito de conocerle y al final poseerle. Se estudian sus movimiento y se aprende a danzar en su ritmo. El deseo es el motor de toda caza. El deseo corroe el alma del cazador, lo tortura. Lo alimenta. El deseo del cazador, lo corrompe, lo ciega, lo mata. El deseo crece a medida que estudia más a la presa, que la observa. Que no la posee El deseo es la bendición y la maldición de la presa. La presa será presa de su deseo. La presa cava su propia tumba, con el aroma de su piel. La presa sabe que la fascinación se ira con la posesión de lo co...

ÍDEM

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Creo entender tu mente, ahora. No es narcisismo lo que me hace poner estas letras aquí y ahora, sino entendimiento. Lo que más lamento de esa historia sin comienzo y sólo con final. Es su anticipada muerte, la muerte que tú decidiste dar. La muerte que por karma me tocaba. Algunas veces se sabe el final de una historia y aún así se ruega porque los personajes vayan en contra de su naturaleza y cambié de último momento el final, nunca es así. Hay cosas que se deben probar con los dos pies dentro, con el agua hasta el cuello, con palabras ahogadas en desesperación y frustación, de otra manera, no se aprenden. Yo sabía que tu alma era joven aún, que las heridas no había tocado su raíz, que el dolor no había penetrado tu herida más sangrante. Tus ojos se veían vivaces, tus pasos lanzados al vacío, sólo anticipaba tu falta de sombras y añoranzas. De un pensamiento donde el arrepentimiento y el dolor de lastimar y lastimarte no había hecho estragos. Sabía que mi alma vieja y herida no podía ...