Tigre

Más de una vez he maldecido mi naturaleza, algunas veces por errática, otras por reprimida, el punto es que pocas veces he encontrado un equilibrio. No me sé mantener dentro de
 la raya, siempre coloreo fuera. 

La mayoría de las personas se sienten atraídas como un imán a una personalidad errática hasta que tienen que lidiar con ella en sus vidas amorosas. Porque no es lo mismo desgarrar las sábanas que desgarrase el corazón. 

Uno no puede esperar comprarse un tigre y no ser devorado, arañado o lastimado. ¿Quién sería entonces el culpable de dicha causalidad? 

Será acaso la falsa idea del animal ha ser domesticado. A violentar su propia naturaleza...sabiendo que algún día como volcán explotará de forma violenta tanta pasividad acumulada.  Será acaso la idea del dueño a domar un alma tan libre. El poder del poder. 


Solías amar mis alas tanto como mis garras. Mi deseo por la vida, mi furia espiritual. Mi manera de amar. Mi falta de freno e insolencia ante la vida. 

De pronto en ti se gestó una inconformidad ante ello. Ya no querías a la bestia salvaje. La habías domesticado y tenía que encajar con los muebles de la casa. Tonto. Eso jamás. 

Piensas que no comerá en otro lado porque le has alimentado todo este tiempo. El tigre no pierde sus colmillos por no cazar.

Siente al final la tristeza de dejarle ir. Porque tendrá otras bestias hermosas y fuertes, pero jamás uno que siempre estuvo por gusto y nunca por necesidad. 

El tigre no volverá sus ojos atrás. Cuando avanza es para no retroceder. 

Volverá a cazar...a desear.

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