Posiblemente ésta sea una de las cosas más reales y contundentes que escribiré sobre mí. Una de esas cosas que no intentaré arreglar con palabras rebuscadas y bonitas. He descubierto algo de mí, uno de esos cambios que llevan años, muchas horas de vida y realidad. Hace poco escuché a alguien decir "Ya me radicalicé" al principio pensé lo peor...cosas como caos, desconcierto y tierra de nadie vinieron a mi mente. Ahora puedo decir: "Yo también ya me radicalicé"

Me he radicalizado en mi forma de vivir, de ver la vida y de relacionarme con el mundo. Hay cosas que simplemente ya no entiendo y no quiero entender. Hay cosas que ya no soporto ni paso, ni comprendo, no justifico o intento dejar pasar. Me he tronado la cabeza e ido en contra de mi naturaleza y hasta he intentado entender por métodos primitivos el actuar de algunas personas, hoy le digo no a todo eso.

No justifico la apatía, la falta de compromiso, los discursos de cambio con una bagaje de hipocresía y palabrería.
Digo no a justificar la falta de ganas en todo aspecto de la vida, desde el querer estar con una persona hasta comprometerse por un cambio social.
Digo no a las justificaciones de personalidad, condición social o económica, problemas mentales y traumas de la infancia.
Digo no la cobardía, falta de decisión y pantalones.
Digo no a la victimización a los victimarios y a los ciclos que involucran al corazón.
Digo no y no a corromper mi espíritu y de creer en la nada como todos.
Digo no a tu mano engañosa, que corre por otras piernas que no son las mías.
Digo no a lo dañino de tu espíritu y a tu sangre.


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