Caminando

Se camina con los ojos cerrados, esperando que el instinto nos guíe y no nos haga caer otra vez. Se camina con las piernas cansadas esperando que nos lleven a lugares seguros y frescos que no nos hagan caer otra vez. Se pisa con lentitud y miedo esperando siempre no caer en el molesto barro que no deja avanzar y se pega a la piel. Se toca la tierra para ver si la reconocen las palmas heridas, esperando en el fondo no reconocer jamás la tierra tocada...tocar nuevos mares y desiertos. 

Se camina esperando no regresar al mismo camino errático y sin final. Se camina con la vista baja y la mano en el lado izquierdo del pecho. Se camina con los oídos cerrados y la lengua amarrada. Se camina, siempre se camina. ¿Hacia dónde se camina? Hacia ningún lado, pero se camina.

Un día después de tanto andar, uno deja de caminar. Los ojos se abren por primera vez, se obligan a ver. Las piernas se desatan y corren sin temer, el barro se cae seco ya, la tierra nueva y fresca se cuela por cada poro del cuerpo y lo llena, se arranca uno el peso que se llevaba en el lado izquierdo y se avienta con todas las fuerzas a la vida, como al nacer. Se camina. ¿Hacia dónde se camina? Hacia ningún lado, pero se camina.

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